sábado, 14 de junio de 2014

¿Un simple narrador o un personaje que narra? (Análisis de “Un Kilo de oro”de Walsh)





Amigos míos, u
stedes ya han tenido la gran gentileza de leer mis  humildes obras. Hoy quiero compartir una lectura de un cuento: “Un Kilo de oro” del autor argentino Rodolfo Walsh, escritor que me gusta mucho (más hay de su gran importancia en la historia y política argentina) por su manera ágil y original de relatar, quizás se deba a que Walsh era periodista y viene de la crónica.  Para quienes no lo conocen les digo que vela la pena repasar tanto sus obras como su historia personal. 

Aquí esta mi lectura personal, basada en una pregunta que me surgió mientras leía: 

                                                 El autor:  
                 ¿Un simple narrador o un personaje que narra?   

         En esta monografía se trabajará con el cuento Un kilo de oro de Rodolfo Walsh, pero no desde el argumento propiamente dicho, dado que se pondrá mayor énfasis en las particularidades que presenta la narración, es decir: la irrupción de la primera persona en varias partes del relato que estaba desarrollándose en tercera;  el contraste del lenguaje coloquial y literario; la importancia que se le conceden a las reflexiones y el estado emocional de los personajes.   
         Por esto se considera pertinente reformular el comienzo, sería más exacto decir, se trabajará a través del cuento Un kilo de oro, para caracterizar los recursos empleados por el autor, no para establecer los motivos de su utilización, pues eso no es materialmente comprobable. 
         El objetivo es ver, cómo podrían repercutir dichos recursos en el lector. Aunque para finalizar, se trataran algunos aspectos relacionados con el argumento, con la intención de dar a la realización del trabajo, un acabado más completo.

         Desarrollo*:

         a.- La recurrente aparición “sorpresiva” de la primera persona, entre o al final de varias descripciones en tercera persona (también presente en el diálogo del comienzo), es la característica primordial que motiva la pregunta: ¿Un simple narrador o un personaje que narra?.
         Es un estilo muy particular de narrador omnisciente que por momentos es un  testigo o espectador que relata y en otros es el que vive la acción, es decir, los acontecimientos de la historia.

         ... la noche venía mal. Renato sentía su olor interno a desastre y recaída. (...)
         Qué  se  puede  esperar de  un  mentón como el que  tengo,  esta  especie  de
         preámbulo de fuga  o de  argumento dilatorio. Las facultades del alma todas
         puestas como el ojete, armadas a último momento y con apuro... [1]

         Esta combinación de una perspectiva alejada de “los hechos” del texto y de manera imprevista, ser la voz del protagonista, tomar el papel protagónico involucrándose más íntimamente con  los sentimientos, cubre las restricciones que tiene cada forma de narrador por separado.
    
         Cuando se escoge exclusivamente la primera persona, la narración queda centralizada, está sujeta solamente a una parte de la historia. Si el autor elige esta primera persona, pierde las posibilidades de contar los vínculos entre otros personajes, de crear diferentes acciones que debido a la ausencia del protagónico omite o pasan a ser “ cosas que me contaron” relegándolas a un segundo plano.
         La tercera persona, en cambio, es perfecta para las descripciones de lugar, relatar las acciones, mostrar los distintos puntos de vista de los personajes; así, de varias maneras contar el mismo relato.
         También es capaz de enunciar las emociones de los personajes, pero siempre lo hace desde una cierta distancia. 
         La última característica mencionada, ésta distancia, es la que le impide a la tercera persona un impacto diferente sobre la sensibilidad del lector.
         Función que cumple con suma eficacia la primera persona, cuando el protagonista expresa sus sensaciones, conflictos y angustias y posibilita que el lector se identifique con más intensidad con el conflicto tratado en la obra, que siempre voluntaria o involuntariamente pretende provocar esa identificación.
         La utilización de la unión de la primera y la tercera persona, en un mismo texto, permite cubrir todos los aspectos indicados. 
         Este recurso no utilizado cotidianamente por otros autores, se encuentra además de la presente obra, en otro cuento de Walsh: “Los oficios terrestres” en el “nosotros”. También lo hallamos en la obra de Borges, titulada La muerte y la brújula, cuando dice: “Al sur de la ciudad de mi cuento...”.
         Esta peculiaridad apuntada resalta lo escrito, a los ojos del lector, como lo hace una frase subrayada o un error ortográfico.

         b.- Con referencia al contraste del lenguaje literario con el coloquial, se puede observar en la segunda parte de la cita principal hecha en párrafo aparte, que se destaca la palabra “ojete” rompiendo con la delicadeza, el cuidado y la seriedad del lenguaje literario que le precedía.
         La narración está repleta de ejemplos con referencia a este caso, “Meadas ruinas...”; y podría considerarse -en el diálogo del principio, sobre el cual volveremos después– la indecisión de Tonio entre hacer uso del lenguaje científico de la doctora Rubiakov (que en realidad era él mismo) o el de su habla cotidiana donde utiliza un lenguaje muy soez.
         Es posible percibir que al recurrir a este contraste el autor hace más evidente sus intervenciones en los acontecimientos, tanto como los distanciamientos de ellos, proporcionándole al lector ambas visiones.
         El autor quiebra el relato que venía desplegándose con un exquisito lenguaje literario con expresiones más cercanas a la oralidad, “...Alguna vez podrían poner luz estos desgraciados...” o “...lo que es tener oficio ché...”.
         En abierta oposición a un conocido axioma teatral, que habla de que no debe romperse la “cuarta pared”, es decir, que el actor jamás debe interactuar con el público, porque eso rompe con la realidad que se está viviendo en la obra; Walsh en este cuento rompe con la ficción y se refiere a su obra en la obra misma.
         Que no contradice las reglas de la literatura, puesto que es lícito que el autor utilice el recurso de la auto-referencialidad.
         Dicha táctica se hace presente en esta narración, refiriéndose en determinado momento a sí misma. En la primer cita aparece esta particularidad, más precisamente en   “... esta especie de preámbulo de fuga o  de argumento dilatorio.”.
         Otro ejemplo auto-referencial que cabe citar es, “... tantos años con esta frase adentro dándome calorcito...” frase que insertó en el texto diciendo: “... la tarde en su matiz crisoberilo”.     

         c.- La relevancia que le otorga a los sentimientos y los pensamientos de los personajes, están a primera vista, por ello es lícito creer que es innecesario su análisis.  Pero  justamente  en  ellas  es  donde  aparecen  la  mayor  parte  de  las
muestras de este juego de dualidades permanentes entre la primera y la segunda persona junto al lenguaje literario y el coloquial. Puntos centrales en este trabajo.
         Se sabe que trabajar en los personajes con especial atención en su perfil psicológico-emocional no es un rasgo privativo de Walsh, no obstante es interesante detenerse un momento en este punto.
         Si bien el autor se ocupa de describir la ropa, la casa, haciendo evidente la profesión de Greta, y mediante el diálogo con Renato, dar cuenta de los problemas que ella tiene: por un lado para poner límites a su afán de perfección, situación que termina por estropear su arte; y por el otro la incapacidad de solucionar sus conflictos conyugales.
         La tarea que cumple la presencia de Greta en la narración es que el lector conozca, a través de ella, con qué tipo de círculo se encontraba vinculado el protagonista.
         También es la encargada de caracterizar a Pola, la obsesión de Renato. El personaje de Pola, nombrado en todo el transcurso de la obra, aparece concretamente sólo al final de los acontecimientos. Además le brinda al lector una noción sobre la relación de Renato y Pola, según la cual Renato es el responsable de la inestabilidad psíquica de Pola, en abierta oposición a lo que cree Tonio, para quien Renato fue el perjudicado.                  
         Greta expresa con sus palabras, la confusa manera que tiene Pola de ver el mundo, para quien éste resulta ser como un espejo roto, en cientos y cientos de “mitades”. Reafirmando el autor de esta manera, lo que ha venido haciendo a lo largo de toda la obra, con los quiebres que se apuntan en este trabajo y que distinguen a esta narración.
         Pasando a otro personaje, se ha nombrado la indeterminación en el modo de expresarse de Tonio, que al hablar impulsivamente usa un lenguaje vulgar, luego en ese mismo instante opta por el léxico científico de la otra cara de su personalidad, la que utiliza para escribir temas referidos a la sexualidad, con el seudónimo  de la doctora Rubiakov.
         Siendo además un hombre que, a pesar de su faceta intelectual, según aquello que da a entender el diálogo, es un proxeneta en ejercicio que maneja a una prostituta.
         Pero Tonio no sólo representa la segunda dicotomía –el contraste entre el lenguaje literario y el coloquial- desempeña también otro papel muy importante, porque es él quien con sus apariciones transforma un cuento gris y sombrío, impregnado de angustia e incertidumbre, en una historia con humor.
         Renato es el dueño de la voz que rompe con la distancia de la descripción literaria. Tómese, como ejemplo sus intervenciones en el diálogo del principio, que da la pauta de la relación de amistad con Tonio, que será de gran importancia para entender el papel que juega éste en el desenlace de la historia.
         Desenlace que hubiera sido fatal para Pola, sin la intervención de Tonio, quien no quería ver a su amigo Renato convertido en un asesino y por eso reemplaza a la posible víctima por un maniquí, en  función de un plan aparentemente premeditado no explicito en la obra. Se infiere que el autor pudo haber realizado el desenlace de su historia en tercera persona para darle al lector es efecto sorpresivo, que al relatar lo Renato hubiera sido no menor pero  si diferente.   
         La narración se dedica a desarrollar la incertidumbre con respecto al futuro de Renato, sus angustias por su rotundo fracaso teatral y sentimental, que marca el comienzo de la crisis en su vida. Una vez comprendido este hecho por el lector aparece un posible motivo del porqué de su exilio en la isla. El autor destaca su obsesión con Pola y la describe exquisitamente.
         Sin esta descripción en la que aparecen esas continuas rupturas de la tercera persona por irrupción de la primera persona,  esta técnica aumenta a los ojos de quien lee la profundidad de la expresión porque si ella no le llegaría a impactar el final de la narración de la misma forma. Luego de tener conocimiento de las sensaciones y pensamientos del protagonista, el lector, se identifica con mayor intensidad con el intento desesperado de Renato por liberarse de su obsesión tratando de asesinar a Pola.
         Toma como un rasgo de humor que termine por apuñalar a un maniquí, esto quiebra con la atmósfera de angustia previa al hecho de que Renato se percate de la verdadera situación.

         d.- Pasando a los aspectos del argumento, se destaca que en la narración -en su totalidad- está presente una fuerte característica localista, en cierta manera consecuencia del uso de un leguaje ordinario y de modos léxicos típicos como “...mirá vos.” o “gran siete...”, entre otras que para quien conoce las costumbres y las maneras del habitante de la ciudad de Buenos Aires, dicho comúnmente: el porteño, es recrear y encontrarse con modos de actuar y de pensar muy familiares.
         Este cuento posee elementos asociados íntimamente el tango, que se distingue por las pasiones no correspondidas, trágicas y melodramáticas de sus personajes, las prostitutas, el proxeneta, el puñal junto con la notoria carga  “machista” presente en toda la extensión del relato.  Lo que es más, en el mismo párrafo en el que está la cita principal, incluso se recurre al comienzo de un tango “... uno busca lleno de esperanzas...”.
         Entre los motivos que lleva a sostener que este cuento posee un gran contenido “machista”, se debería comenzar por su representante más notorio: Tonio, que durante todas sus apariciones muestra en sus expresiones su “machismo”, como ejemplo: “...Un kilo de oro es la variedad de pi, de pene más cotizada entre las mujeres. Les hace sonar los siete tamborcitos...” palabras que explica el título de la obra “Un Kilo de oro” haciendo alusión a la importancia que le dan las mujeres –recalcando nuevamente, desde el punto de vista “machista”- al órgano sexual masculino. Y luego en el  mismo dialogo – repleto de ejemplos con relación a este punto - la frase condenatoria: “...La relación entre dos intelectuales de distinto sexo (...) es una relación homosexual.” Sugiriendo que la mujer al ser intelectual se transforma en un hombre, así menosprecia la inteligencia femenina.
         En Renato también se ve esta característica, pues cuando Greta lo acusa de mandar a Pola al osteópata (sugiriendo que la golpeaba) y al psicoanalista, él se justifica por medio de la pasión. Y ataca a Greta cuestionando su capacidad para atraer a su pareja.
         Otra cuestión a destacar es que Renato asocie el recuerdo de Pola simplemente a la “ropa interior en una vidriera” y a un “tacho de basura”, contando también con la forma irrespetuosa de tratarla al final de la obra. Comparar a una mujer con dos cosas tan vanas demuestra a las claras los verdaderos sentimientos de Renato hacia Pola.

         Conclusión:

         Al principio del desarrollo de la presente monografía se planteó un interrogante, cuya respuesta se intentó lograr a lo largo de dicho desarrollo. La conclusión a la que se arriba es que el autor juega constantemente a ser el narrador en algunos casos y el personaje que narra en otros.
         Así lo vemos distanciarse e involucrarse en el texto permanentemente, utilizando en ocasiones la irrupción de la primera persona en una descripción en tercera persona, utilizando el contraste entre un lenguaje culto y un lenguaje soez.      
         El lector percibe con mayor intensidad todo lo ocurrido en la obra justamente por este recurso estilístico apuntado anteriormente.
         Lo así manifestado hace que la prosa de Walsh produzca en el lector la sensación de estar frente a un autor de extrema pericia y un gran sentimiento de pertenencia para quien ha vivido inmerso en las costumbres porteñas del escritor.

*  Es conveniente aclarar – una cuestión que quizás sea tomada como una falta – antes de empezar con el desarrollo. Dada la brevedad del presente trabajo y la extrema correlación entre los temas  ya explicitados se ha optado por la no segmentación con subtitulos.    
[1] Rodolfo Walsh, Un kilo de oro, Colección narradores americanos, Buenos Aires, Editorial Jorge Alvarez S.A. 1967. 
  
Probablemente vuelva a hablar sobre este autor y mi visión de "Operación Masacre" novela suya   

2 comentarios:

  1. Hola Patricia, un desarrollo ilustrativo, me gustaría probar len mis cuentos los recursos que analizas en este tema: el narrador en primera y en tercera persona y la mezcla de lenguaje literario y coloquial, saludos

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    1. Alejandra, que bueno que te haya servido. Es un recurso muy interesante para explorar yo lo intento ahora en una nueva narración ojala tengamos éxito ambas saludos.

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