sábado, 3 de mayo de 2014

Pequeño ensayo: sobre mis amadas palabras


    Pequeño ensayo: sobre mis amadas palabras   

   Si me preguntaras: ¿Qué son las palabras? Respondería, las herramientas que nos sirven para comprender y aclarar la fuente inagotable e infinita de pensamientos que brotan de la mente humana. Además la palabra es el instrumento más importante de toda sociedad, porque sin lenguaje no existe comunicación y sin ella no hay sociedad posible.
     Es sabido que en una sociedad conviven la oralidad y la escritura, pero en esta ocasión prefiero reflexionar sobre aquello que despierta la llama de mi pasión: La Palabra, como elemento cultural, como el inmortal mensaje escrito, él que con su enorme poder cobra vida en el recuerdo de las generaciones futuras.       
¿Cuántos mensajes han muerto de la peor manera?¿Cuántos asesinatos se han cometido a lo largo de la historia? desangrados, devastados porque no son escuchados, ya sea por imposición o indiferencia. Palabras de sentidos inmensos escritas por las mejores plumas son ocultas, cubiertas por el pañuelo negro de la censura en la más profunda oscuridad.
   El mensajero asesina el mensaje, cuando en la tapa aparece más grande el nombre del autor que el de su obra, el artista le arrebata brillo a su estrella el arte.
 Poco importa quien firme al final de la hoja, una vez escrito es del lector en ese instante de expansión que se denomina lectura. Él que lee tiene toda razón en pensar: “El texto es mío pueden existir infinidad de copias. Yo no lo cree, mi nombre no aparece en él pero es mío porque yo le doy sentido, así como los otros le darán el suyo. Nadie lo lee como yo.”
  Apenas los pensamientos se convierten en palabras escritas no le pertenece al escritor sino ha quien lo desee leer.
  Lo importante es que por lo menos recuerden una de tus obras, minimamente una frase porque tu nombre no es nada sin ellas.
   A pesar de todo lo que expuse en las líneas anteriores, lo cual sigo sosteniendo.
Así como existen distintas formas de leer o interpretar un texto también hay diversas maneras de abordar un mismo tema, sin necesidad de que una excluya a la otra. ¿Por qué una de las partes tiene que poseer la verdad total y absoluta?.
  Considero, viéndolo desde un punto diferente que el escritor tiene algo de derecho para sentirse dueño de su obra. Es inevitable que el autor deje parte de sí en el texto, al utilizar recuerdos, miedos y sueños propios alternándolos con chispas de ficción producto de su mente.
   El escritor aquel enamorado, apasionado de su profesión deja alma y vida en cada frase, en cada letra. Por eso es inevitable que se yerga la cabeza del más humilde y sienta  que dobla su tamaño ante un elogio (aquel que ose negarlo comete una gran falacia) aunque el razonamiento frente a una critica, quizás sea lo más positivo si el objetivo es dejar algo que tenga valor real, en el gran arte literario y no ser el libro más vendido del mes.  
       Pero en ocasiones este derecho de propiedad es mal entendido y se cae en el peor de los errores, el texto “catarsis” a veces intencional o egoístamente confuso, hecho con un código que solo su creador comprende. Que quizás pretende mostrar una mayor erudición y termina por alejar al lector del mensaje que se quiere trasmitir.

        Qué caso tiene escribir si nadie más que uno es capaz de interpretarlo. Debemos asumir nuestra tarea con responsabilidad, escribir es más que expresarse, es dejar rastro, es despertar la imaginación del hombre, es vencer al olvido dejando tu alma plasmada en tinta y papel, es dar un paso a la eternidad.
Todos los derechos reservados ©  Patricia TORRES (TRIUNFANTE)


1 comentario:

  1. Me encanta lo que escribiste Patri. Que decir cuando las palabras pueden ser compartidas a través de lo que podamos escribir. Por eso, voto porque algún día te animes a publicar!!!!!

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